Han pasado ocho años desde la muerte de Harvey Dent. Para la ciudad, Batman fue
su asesino, y Dent un mártir. Ahora la ley Dent ha limpiado de delincuentes las
calles de Gotham y el justiciero enmascarado no es más que un mal recuerdo.
Bruce Wayne vive en un eterno retiro dolido por la muerte de su amada e incapaz
de superar su pérdida, hasta que la llegada a la ciudad de una misteriosa
ladrona y de Bane, un peligroso terrorista, vuelvan a poner a prueba a Gotham y
al caballero oscuro.
Redención. Si hay una palabra que a uno le venga a la mente
para definir la tercera entrega de este Batman "versión Nolan", es
esta. Al final de la anterior parte, Bruce se sacrificaba por el bien de la
ciudad que ama y con la que se identifica, aún a sabiendas de que sería odiado
y repudiado por una sociedad que no lo necesitaba. Pero la llegada de un nuevo
villano, pondrá patas arriba la ciudad y hará replantearse toda su existencia y
sus valores, aún a riesgo de perecer en el intento.
Desde el principio de la trilogía, Nolan abordó el personaje
de Batman como un ser humano cuyos actos y vivencias le llevaban a ser un
héroe. Todo desde un tono serio, “oscuro” (este calificativo está muy de moda, jeje)
y épico. Alejado del tono de gran cómic de Burton y sobretodo del colorista y
caricaturesco (por no decir ridículo) Batman de Joel Schumacher (que casi parecía el carnaval de Tenerife). Christopher
Nolan ha ido paso a paso abordando su versión del justiciero de Gotham con
pulso firme, dotando de humanidad a los personajes y de vida a la ciudad,
preocupándose casi más por el contexto y el detonante de los actos que llevan
al héroe a ponerse la máscara, que no de los momentos puros de acción en los
que el caballero oscuro imparte su justicia.
Llegados al punto de concluir su trilogía sobre el
personaje, el director (que escribe el guión junto con su hermano) quiere
cerrar el circulo que abrió años atrás aunando en una misma historia lo mejor
de las entregas precedentes con la intención de regalarnos la más redonda de
las películas posibles, pero parece que ese querer abarcar tanto juega en su
contra y el resultado acaba siendo irregular.
Nolan se toma su tiempo en ir mostrándonos las piezas y parece que cuando encajen darán forma al
mejor puzzle que hayamos visto jamás. Pero no es así. Tras una primera hora en
la que todo parece la mayor obra superheroica hecha celuloide, la segunda mitad
del relato se torna un poco confusa, desigual, algo atropellada y con un final
un tanto abrupto (sobretodo para cierto personaje), con un climax que no
resulta todo lo satisfactorio que debería, aunque nos regala algún guiño al
espectador provocándonos una sonrisa cómplice.
En el apartado de los interpretes, Christian Bale encarna
por tercera (¿y última vez?) a Wayne/ Batman de forma tan sencilla que parece
que no se esfuerce, haciendo suyo el personaje y siendo desde ya la imagen del
justiciero. Tom Hardy, por su parte nos entrega en Bane a un villano de aspecto
intimidante con una interpretación digna de reseñar, todo y tener oculto su
rostro tras una mascara que podría haber enterrado por completo su trabajo, mención especial al enfrentamiento cuerpo a cuerpo (y sin música) que tiene lugar en el eje de la pelicula . Y
llegamos a Anne Hathaway en la piel de Selina Kyle, dando vida a una ladrona de
dudosa moral, todo sigilo y seducción que como ya pasara con el Jocker de Heath
Ledger, consigue que olvidemos a la “Catwoman” de Michelle Pfeiffer o que por
lo menos no acudamos a la comparación, ya que son dos personajes diferentes.
En cuanto a los secundarios volvemos a encontrarnos a
Michael Caine, Gary Oldman y Morgan Freeman encarnando a sus respectivos personajes
con sobrada solvencia (yo creo que si leyeran el prospecto de un medicamento también
nos entregarían una gran actuación), destacando en esta ocasión a Caine por lo dramática
que resulta su participación en esta entrega. Si atendemos a las nuevas
incorporaciones en roles menores, tenemos a un Mathew Modine “rescatado” del
olvido con un papel no muy reseñable, la francesa Mariond Cotillard en un rol
casi testimonial, olvidable y a Joseph Gordon Levitt con un papel también secundario,
pero que se convierte en un roba escenas.
En cuanto a los Fx todos lucen sobradamente bien (no
olvidemos que estamos ante una superproducción) pero sin apabullar al
espectador, casi parecen “reales” y están totalmente integrados en la acción. Y
debo decir que en eso, en las secuencias de acción, Nolan ha mejorado, pero
sigue siendo su punto débil. Las set pieces, todo y lucir mejor que
anteriormente, siguen siendo lo peor del conjunto, aunque en esta ocasión hay
alguna escena que si consigue dejar con la boca abierta.
Así pues el cierre del Batman de Nolan supone una conclusión
satisfactoria pero no redonda, que arroja más luces que sombras sobre un
personaje que antes de la trilogía Nolan, parecía caduco e imposible de
resucitar y ahora escribe con letras de oro su nombre en el panteón del cine
superheroico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario