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jueves, 9 de agosto de 2012

El caballero oscuro. La leyenda renace


Han pasado ocho años desde la muerte de Harvey Dent. Para la ciudad, Batman fue su asesino, y Dent un mártir. Ahora la ley Dent ha limpiado de delincuentes las calles de Gotham y el justiciero enmascarado no es más que un mal recuerdo. Bruce Wayne vive en un eterno retiro dolido por la muerte de su amada e incapaz de superar su pérdida, hasta que la llegada a la ciudad de una misteriosa ladrona y de Bane, un peligroso terrorista, vuelvan a poner a prueba a Gotham y al caballero oscuro.

Redención. Si hay una palabra que a uno le venga a la mente para definir la tercera entrega de este Batman "versión Nolan", es esta. Al final de la anterior parte, Bruce se sacrificaba por el bien de la ciudad que ama y con la que se identifica, aún a sabiendas de que sería odiado y repudiado por una sociedad que no lo necesitaba. Pero la llegada de un nuevo villano, pondrá patas arriba la ciudad y hará replantearse toda su existencia y sus valores, aún a riesgo de perecer en el intento.

Desde el principio de la trilogía, Nolan abordó el personaje de Batman como un ser humano cuyos actos y vivencias le llevaban a ser un héroe. Todo desde un tono serio, “oscuro” (este calificativo está muy de moda, jeje) y épico. Alejado del tono de gran cómic de Burton y sobretodo del colorista y caricaturesco (por no decir ridículo) Batman de Joel Schumacher  (que casi parecía el carnaval de Tenerife). Christopher Nolan ha ido paso a paso abordando su versión del justiciero de Gotham con pulso firme, dotando de humanidad a los personajes y de vida a la ciudad, preocupándose casi más por el contexto y el detonante de los actos que llevan al héroe a ponerse la máscara, que no de los momentos puros de acción en los que el caballero oscuro imparte su justicia.


Llegados al punto de concluir su trilogía sobre el personaje, el director (que escribe el guión junto con su hermano) quiere cerrar el circulo que abrió años atrás aunando en una misma historia lo mejor de las entregas precedentes con la intención de regalarnos la más redonda de las películas posibles, pero parece que ese querer abarcar tanto juega en su contra y el resultado acaba siendo irregular.
Nolan se toma su tiempo en ir mostrándonos las piezas  y parece que cuando encajen darán forma al mejor puzzle que hayamos visto jamás. Pero no es así. Tras una primera hora en la que todo parece la mayor obra superheroica hecha celuloide, la segunda mitad del relato se torna un poco confusa, desigual, algo atropellada y con un final un tanto abrupto (sobretodo para cierto personaje), con un climax que no resulta todo lo satisfactorio que debería, aunque nos regala algún guiño al espectador provocándonos una sonrisa cómplice.

En el apartado de los interpretes, Christian Bale encarna por tercera (¿y última vez?) a Wayne/ Batman de forma tan sencilla que parece que no se esfuerce, haciendo suyo el personaje y siendo desde ya la imagen del justiciero. Tom Hardy, por su parte nos entrega en Bane a un villano de aspecto intimidante con una interpretación digna de reseñar, todo y tener oculto su rostro tras una mascara que podría haber enterrado por completo su trabajo, mención especial al enfrentamiento cuerpo a cuerpo (y sin música) que tiene lugar en el eje de la pelicula . Y llegamos a Anne Hathaway en la piel de Selina Kyle, dando vida a una ladrona de dudosa moral, todo sigilo y seducción que como ya pasara con el Jocker de Heath Ledger, consigue que olvidemos a la “Catwoman” de Michelle Pfeiffer o que por lo menos no acudamos a la comparación, ya que son dos personajes diferentes.


En cuanto a los secundarios volvemos a encontrarnos a Michael Caine, Gary Oldman y Morgan Freeman encarnando a sus respectivos personajes con sobrada solvencia (yo creo que si leyeran el prospecto de un medicamento también nos entregarían una gran actuación), destacando en esta ocasión a Caine por lo dramática que resulta su participación en esta entrega. Si atendemos a las nuevas incorporaciones en roles menores, tenemos a un Mathew Modine “rescatado” del olvido con un papel no muy reseñable, la francesa Mariond Cotillard en un rol casi testimonial, olvidable y a Joseph Gordon Levitt con un papel también secundario, pero que se convierte en un roba escenas.

En cuanto a los Fx todos lucen sobradamente bien (no olvidemos que estamos ante una superproducción) pero sin apabullar al espectador, casi parecen “reales” y están totalmente integrados en la acción. Y debo decir que en eso, en las secuencias de acción, Nolan ha mejorado, pero sigue siendo su punto débil. Las set pieces, todo y lucir mejor que anteriormente, siguen siendo lo peor del conjunto, aunque en esta ocasión hay alguna escena que si consigue dejar con la boca abierta.

Así pues el cierre del Batman de Nolan supone una conclusión satisfactoria pero no redonda, que arroja más luces que sombras sobre un personaje que antes de la trilogía Nolan, parecía caduco e imposible de resucitar y ahora escribe con letras de oro su nombre en el panteón del cine superheroico.


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