El pequeño Abraham es testigo de la muerte de su madre a manos de un ser de la noche, un vampiro. Movido por la sed de venganza se convertirá en un cazador de estos seres pero tambien, en el presidente de America.
¿Disparatado argumento verdad?. ¿Nos encontramos ante una comedia?, pues involuntariamente, si. Ante semejante historia, los artifices de esta cinta podrían haber dado un enfoque desenfadado y divertido a la propuesta y tal vez habría salido beneficiada. Pero no. Timur Bekmabetov tras las cámaras y Tim Burton en la producción apuestan por una tono serio que deja en el más absoluto ridiculo todo lo que vemos en pantalla. Si a esto le sumamos un guión que acumula agujeros y sinsentidos...
Benjamin Walker da vida a un Lincoln atormentado y con gesto de enfadado, escondido tras una caracterización que no se si perjudica o beneficia al actor (yo me pasé más tiempo pendiente del maquillaje que no de sus discursos).
Mary Elizabeth Winstead, que da vida a la chica de la pelicula y mujer del presidente, poco puede hacer con un personaje plano hasta decir basta.
Dominic Cooper, interpreta al particular maestro cazador de vampiros, con un papel lleno de clichés y poses chulescas, tocado con una gafas y un tupé de aspecto ¿retro futurista?¿steampunk?.
Y llegamos a Rufus Sewell que encarna al villano. Sewell es un actor más que eficiente que hemos visto en otras ocasiones dando vida al malo, pero es que este malo es....patetico.
No perdais el tiempo, que ya lo he perdido yo por vosotros viendo este engendro.
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